"O yo o Sánchez", dice. Es el dilema electoral de los españoles cuando, más pronto que tarde, sean llamados a las urnas.
Pura descripción de la realidad, con poco o ningún margen para una respuesta tan cantada. A debate queda otro dilema subordinado: ¿el Feijóo que viene es por su "capacidad de generar esperanza" o solo por efecto del hundimiento del Gobierno presidido por Sánchez?
Es asunto de mayor cuantía. Pero no tanto como saber si, al paso del tiempo, el líder del PP será capaz de calmar la sed de centralidad de los españoles después de años de insoportable polarización. Supone abrir los horizontes de certidumbre y estabilidad que hoy por hoy están borrosos. Puede lograrlo si las urnas le regalan una mayoría suficiente para gobernar sin hipotecas de fuerzas divisivas. Por la derecha: Vox y los nacionalismos periféricos del PNV, Junts y Aliança Catalana.
Feijóo ha pregonado por activa y por pasiva que aspira a gobernar en solitario en monocolor del PP. Una cosa es querer y otra cosa es poder. Eso lo decidirá la aritmética parlamentaria, causante de tanto ruido en los circuitos políticos y mediáticos. Se entiende, porque el miedo a la entrada de la ultraderecha en el Gobierno de la nación es precisamente un inhibidor del voto al PP en las franjas desencantadas del electorado.
Al respecto, nos deja una sola pista. Sostiene que, aunque quiere gobernar en solitario, no se cerrará a la posibilidad de entenderse con VOX, pues representa a los votantes de la tercera fuerza parlamentaria. Y, en todo caso, el problema sería el precio a pagar. Buena precisión. No es lo mismo pactar esquinas de la descentralización que cuestiones identitarias expresamente prohibidas por la Constitución. Y el líder del PP ya ha dicho que jamás pasaría por algo parecido a lo segundo.
Aun así, se supone que estamos hablando de pactos puntuales y no de coaliciones de Gobierno. Pero tampoco lo niega expresamente. Más bien deja la puerta abierta en su discurso de guante blanco con Vox. Se nota cuando dice que "Vox no nos condicionará, pero tampoco vamos a convertirlo en nuestro enemigo". Y cuando dice que en materia de "cordones sanitarios" solo asume el de Bildu, como fuerza política heredera de Eta.
El otro reto pendiente de Feijóo es el de integrar los disensos puertas adentro del PP. Básicamente, los que personalizan al dirigente catalán, Alejandro Fernández, en su tenaz intransigencia ante las pretensiones del independentismo. Y por otro lado, el discurso político de la madrileña Díaz Ayuso, que ejerce su presidencia autonómica en clave nacional. De hecho suele decir que su adversario es el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y no el candidato autonómico del PSOE, causalmente el todavía ministro Óscar López.